"En San Cayetano somos receptivos de la situación de la ciudad a través del santo porque todo el año se acerca gente buscando pacificar su corazón, un poco de consuelo. Lo que más busca la gente es fuerza para seguir adelante", afirmó en diálogo con LU9 el Padre Juan Pablo Cayrol, quien hoy cumple 15 años en la Parroquia San Cayetano.

"Me ordené y me mandaron a Balcarce como ayudante del padre Alfredo Ardanaz. Luego fui a Villa Gesell y Miramar como párroco, luego a la Catedral de Mar del Plata en la que estuve siete años. Y luego Miramar desde donde llegué a San Cayetano. Llevo 40 años de vida sacerdotal", relató el sacerdote al tiempo que analizó la ciudad como "siempre crítica. Hemos tenido golpes muy duros en la situación de la pesca, los textiles, hemos vivido muchas crisis. Es una ciudad no preparada durante muchos años para ser una ciudad grande que apueste. Con esta situación ha recrudecido toda esta cuarentena por carencia de empleo, hay tensión en la gente".

Con respecto al barrio, consideró que "el primer cambio fue el que produjeron los vecinos a través de la ayuda y la colaboración para hacer nuestro santuario. Llegué en el 2006 y al año teníamos la autorización para comenzar a construirlo" y que también "hay jóvenes buenísimos pero que también han perdido mucho. Si antes lo que lastimaba era el alcohol ahora es la droga, que te quita parámetros y ética. Necesitamos volver a tener una juventud entusiasta y eso se lo da el trabajo".

Sobre la celebración del 7 de agosto anheló "que podamos celebrarla de nuevo. Hicimos una gran campaña el año pasado para que la gente no venga. Fue un enorme esfuerzo y por eso vino poca gente. Hubiera sido un sitio de contagio muy violento pensando en que pasan por acá 40 mil personas en un día. Quisiera no volver a vivir lo de antes, tengo la esperanza que se vaya atenuando y poder celebrar como corresponde porque no solo viene el que tiene necesidad de trabajo, el que necesita agradecer y de todos los que vienen me impacta las 17 que vienen matrimonios muy jovencitos con chicos muy chiquitos tras salir del colegio y el jardín. Eso me encanta. Acá está la transmisión de la fe. Dios quiera que podamos volver a hacer la fiesta pero si necesitamos suspenderla habrá que hacerlo".

El grupo de capillas que rodean a la Parroquia en el sector oeste de la ciudad, su fanatismo por el Club Atlético Peñarol y un mensaje para toda la comunidad, es más de lo que nos pudo dejar el padre en la charla.

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